Abogado en 1940. En 1930 emigra a Santiago. Conservador de Bienes Raices de Santiago. Diccionario Biográfico de Chile, ed. VII, pag. 323. Revista El Sabado N. 427. Hace diez años -el tiempo pasa volando- y dejando surcos profundos, murió mi papá. La familia quedó triste y su recuerdo siempre presente hace que su figura se nos aparezca a diario. Su espacio no ha sido posible de llenar ni lo será nunca. Sin embargo, su presencia a través de nostálgicos recuerdos, está más viva que nunca. Sus consejos -aunque ya no los escuchemos- siguen guiando la vida familiar y personal de cada uno de nosotros. Sus recordados "espérate" que representaban su prudencia; los inolvidables "qué hay de nuevo" que representaban el querer saber todo lo que pasaba, especialmente en la familia; sus prolongados silencios para que otros pudieran hablar lo que muchas veces callaban; su persistencia en el trabajo que lo hizo estar en el Conservador de Bienes Raíces hasta poco antes de morir, son algunos recuerdos, que sumados al amor por mi mamá, al cariño por cada uno de sus hijos, nietos y bisnietos y, también por todos aquellos que a través del matrimonio llegaron a la casa, permanecen vivos en la vida familiar. Su aparente tranquilidad que escondía su preocupación por lo que sucedía, su sobriedad y sencillez que lo hizo tener y querer por igual a amigos poderosos y débiles, sus compromisos éticos y su fe, constituyen más que un recuerdo, un ejemplo para imitar por cada uno de nosotros. Lo respetamos y quisimos mucho. Admiramos la forma en que enfrentó su vida y le agradecemos el legado y enseñanzas que se preocupó de dejarnos. Nada de lo que hizo en su vida fue al azar. Todo lo pensó mucho y por eso hizo las cosas bien. Sé que, para cada uno de nosotros -su familia- su presencia intangible ahora es cada vez más nítida y ha hecho de él un gran guía y el mejor consejero. Hemos mantenido la familia unida que es lo que quiso y nos pidió hasta el día de su muerte. Queremos decirle que la familia, la casa, Peñuelas y la parcela están iguales y que por ellas no sólo circula su recuerdo sino también mi mamá y todos sus descendientes. Sí, han pasado diez años, pero como escribió en ese entonces, su nieto Patricio Fernández: "Capitán, ha llegado la hora de partir", podemos decirle hoy día que, si bien el Capitán ya no está en el barco, su tripulación se mantiene ordenada y bien guiada "al parecer" desde el cielo estrellado por quien está feliz viviendo su nueva vida. Herman Chadwick Piñera